2007/07/15

Ecos del 1er. Festival Internacional de Coroico

* Wilfran Sánchez, enviado especial Tu Guía


La localidad de Coroico logró consolidar un evento de multiculturalidad, con la realización el pasado fin de semana de su primer festival internacional de música.

Con el auspicio de EL DIARIO, el viernes 6 de julio el evento comenzó con miles de personas que fueron recibidas con fuegos artificiales y una gama de música folklórica y latinoamericana de tres países, e incluso cumbia y reaggetón, en el estadio de la población yungueña.

Miles de personas llegaron a la localidad con varios días de anticipación por la expectativa lograda con la presencia de destacados artistas bolivianos, chilenos y argentinos.

La población yungueña se llenó de gente que por horas siguió paso a paso la preparación del evento, que comenzó desde mediodía con las pruebas de sonido y la logística a ser empleada en el sitio habilitado.

La fiesta musical empezó cerca de las 22.00 horas con la actuación del “Negro” Palma, quien dio el impulso inicial con temas que le dieron fama, como “Flor chaqueña” y “Sin ti no valgo nada”, entre otros, que calentaron el ambiente, algo frío por la época invernal.

Un poco más tarde, Savia Andina subió al escenario para tocar y hacer cantar éxitos tan recordados como “Minero” y “A los bosques”, así como temas alusivos a casi todas las regiones del país y canciones latinoamericanas de su amplio repertorio. El conjunto incluyó algunos temas del disco que conmemoró su trigésimo aniversario, como la morenada “Chaskañawi”.

“Es una manera de integrar el país y para nosotros significa mucho, porque este festival permite revitalizar las cosas nuestras”, dijo el cantante de Savia Andina, Gerardo Arias, quien adelantó que el grupo prepara la grabación de un nuevo disco compacto para el presente año.

Posteriormente, el grupo chileno Illapu ingresó con fuerza para interpretar composiciones que hablaron de la vida, el amor, la justicia, la preservación de las fuentes culturales de América, de las contradicciones entre el ser humano y la naturaleza y las tensiones creadas por los procesos de modernidad.

En su primera visita a La Paz, la agrupación destacó con temas que fusionan elementos del jazz con las construcciones armónicas y contrapuntos de la música clásica, con la síncopa de los ritmos afrocaribeños y la fuerza telúrica del rock.

Illapu comenzó su carrera en 1971 y su éxito se debió a canciones tan emblemáticas como “Candombe para José” y “Lejos del amor”, por citar algunas.

Para calentar aún más el ambiente, el Chaqueño Palavecino ingresó para reforzar el sentimiento folklórico con algunos de los temas que le dieron fama desde la tierra salteña que lo vio nacer, como el caso del éxito “Amor salvaje”.

Para seguir bailando, el grupo tropical Veneno llegó al escenario para poner el broche de oro con el poder de la cumbia hasta el amanecer. La noche llegó al clímax con la interpretación de canciones como “Dame veneno” y algunas de las composiciones más calientes de su larga trayectoria.

“Estamos contentos y ojalá que el festival crezca año tras año, porque hará que los músicos se sientan incentivados para mostrar su arte musical”, aseveró el cantante Rubén Luna.

El vocalista mencionó, además, que la grabación del nuevo disco compacto de Veneno tiene buen avance, puesto que se terminó de grabar tres temas más, entre los que están incluidos un cuarteto y una cumbia.

Los temas promocionales de la placa fonográfica saldrán el siguiente mes y se espera para septiembre la presentación oficial del esperado álbum.

El sábado 7 de julio, el Festival Internacional de Coroico comenzó cerca de las 21.30 horas con la potencia vocal de Esther Marisol, la cantante de música chaqueña que interpretó parte de sus éxitos con el apoyo de un ballet.

La vocalista causó sensación porque demostró el legado chaqueño de más de dos décadas, entre coplas, cuecas, chacareras y otros ritmos que matizaron la letra de más de una decena de canciones.

Más tarde, directamente de Oruro, Llajtaymanta se apoderó del escenario para hacer cantar y bailar sus mejores composiciones.

El frenesí de los asistentes llegó con las morenadas y, por supuesto, la diablada “El chiru chiru”, cuya letra fue cantada por miles de voces.

El grupo orureño hizo gala, como siempre, de su coro y no paró hasta que la gente quedó extasiada de la música que interpretó y que reveló diversos sentimientos y recuerdos que afloraron entre quienes bailaban en la cancha y las graderías de la cancha de Coroico.

Por si fuera poco, el grupo Kjarkas llegó al amanecer para mostrar por qué es el mejor referente de la música boliviana, con temas que fueron marcando época a lo largo de varias décadas de éxito.

La canción quizá más emblemática del conjunto valluno, “Bolivia”, dejó salir el amor por la patria, entre las personas que tuvieron el privilegio de ver el espectáculo.

No faltaron jóvenes, hombres y mujeres, que lloraron mientras cantaban el coro. Pero eso no fue todo, porque las canciones de la agrupación hicieron que la noche se desbordará de baile y que el público hiciera un viaje imaginario por todo el país.

Dejando de lado la nostalgia, la banda Azul Azul, liderada por Fabio Zambrana, se trepó al escenario con total irreverencia para mostrar su calidad internacional en el dominio de la fusión de varios ritmos y su alegría.

El conjunto entró con fuerza y regaló composiciones como “La bomba”, “Mentirosa” y “Mamá no quiero comer más huevo”, por citar sólo algunas de su amplio repertorio.

En el final, avanzada la noche, los experimentados músicos del Trío Oriental llegaron para ponerle el toque cruceño a una velada llena de gratos recuerdos.

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